¡Me
encantan los tacones! Sé que no es un comienzo lógico para un post en el que os
hablo de zapatos planos pero es una verdad como un templo.
Me gustan tanto como mal ando con ellos, soy un auténtico pato mareado.
Admiro a mis amigas, esas capaces de enfundarse en unos taconazos de infarto
desde el desayuno hasta la cena y estar frescas como rosas. Hubo una
época en que me resistía a darlos por imposibles y no hacía más que comprar
zapatos con tacones a ver si con la costumbre... pero ni con esas. Así que un
buen día, asumí mis limitaciones y decidí que yo era de zapato plano y
oye, tan cómoda que voy por la vida. Porque ir plana planos es un mundo
lleno de ventajas. Cuidas la salud de tus pies, tu espalda no se resiente y si
tienes una pareja más bajita quizá prefieras no añadir unos centímetros
extra.
Si
no quieres renunciar a la comodidad el día de tu boda y estar igual de guapa que si llevaras unos tacones, apuesta
por el zapato plano. Recuerda que el
día es muy largo y debes aguantar para bailar toda la noche. Con brilli
brilli, con pedrería, de punta redonda, de punta
fina, de encaje, con lazo, sin él o hasta de colores, llamativas y
divertidas.
Si
eres de las que resiste los tacones pero sólo durante un tiempo, entonces, lleva
unas bailarinas de repuesto (o unos
zapatos con menos tacón) y cambia por ellas los tacones cuando empiecen a
dolerte los pies.
Apiádate
de tus amigas y regálales un par de bailarinas
para que bailen toda la noche ¡te lo agradecerán!
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